Los conflictos entre jefes y empleados molestan a todos. Lo sé porque he estado en ambas posiciones.
He experimentado de primera mano la tensión, la incomodidad y la frustración que surgen de problemas no resueltos. Así es como sé que deben abordarse todos los conflictos, sin importar cuán incómodas o difíciles puedan parecer esas conversaciones. Los problemas no desaparecen hasta que se resuelvan, e ignorarlos los empeora.
Intente entender
Aunque disfrute de una excelente relación con su jefe, no se apresure a una reunión sobre sus problemas. La resolución productiva de conflictos comienza con la comprensión de por qué surgió el problema.
La falta de claridad a menudo se encuentra en el corazón de la mayoría de los conflictos. Reflexione sobre dónde comenzó el problema e identifique cualquier error de comunicación que haya ocurrido. Esto no solo le ayudará a evitar problemas en el futuro, sino que también creará un buen punto de partida para el diálogo cuando se siente con su jefe.
La falta de transparencia también causa fricción en muchas organizaciones.
Está en su derecho de pedir más información, pero intente ver el panorama completo. Tal vez lo que interpreta como opacidad es solo el resultado de que hacen malabares con cualquier cantidad de decisiones y responsabilidades. Llegar a la conversación de manera empática es mucho más efectivo que en medio de la ira exigir respuestas y explicaciones.
Recuerde que su jefe es humano. Son propensos a los errores y la insensibilidad, al igual que todos nosotros. En lugar de sacar conclusiones precipitadas, intente comprender su posición. No se envuelva en los chismes de la oficina, que es veneno para su mente y su productividad. Proverbios 18:6-7 dice: “Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal“.
Cuando los colegas comienzan a susurrar acerca de posibles despidos o recortes presupuestarios, no ceda ante el miedo. Programe una reunión con su jefe y pídale respuestas directamente. Puede tener una explicación perfectamente razonable, y apreciará que fue directo en vez de perpetuar los rumores.
Si cometieron un error, hágales saber cómo se siente, pero déles la oportunidad de reconocer su posición. Cuando lo hagan, acepte sus disculpas y esfuércese por mejorar la relación en el futuro. Como Colosenses 3:13 nos dice, “de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes“.
Programe Reuniones en Tiempos de Paz
El tiempo es la moneda de todas las relaciones, incluidas las profesionales. Busque oportunidades para conocer a su jefe, ya sea como voluntario para un proyecto o priorizando eventos de la compañía donde tendrá la oportunidad de conversar en un ambiente más informal. Mientras más fuerte sea su relación, más fácil será trabajar en conflictos y fortalecer la relación.
También es menos probable que le atormenten los chismes si regularmente mantiene conversaciones francas con su jefe. Dependiendo de su posición en la empresa, es posible que deba esforzarse para entrar en su radar. Pero una vez que lo haga, procure pasar por su oficina, presentándoles ideas y haciendo un seguimiento de las conversaciones anteriores.
Si tiene la oportunidad de trabajar en estrecha colaboración con su jefe, tómelo. Nada une más a las personas que trabajar hacia metas compartidas, y obtendrá una gran cantidad de información sobre su personalidad y estilo de liderazgo. Entonces estará mejor equipado para sentir empatía con ellos y difuminar los problemas antes de que comiencen. Lo que es más importante, confiará en su jefe, lo que le hace menos susceptible a rumores y pequeñas molestias.
Cuando se tope con conflictos con su jefe, un cambio de escenario puede hacer maravillas para ganar perspectiva. Reunirse en su oficina o en una sala de conferencias puede mantenerlo estancado en patrones formales o negativos. Invite a su jefe a hablar junto a un café o un almuerzo. El nuevo entorno lo ayudará a verse el uno al otro como individuos en lugar de “jefe” y “empleado”. Este nueva lente puede inspirar soluciones creativas para su conflicto y generar una nueva dinámica interpersonal que lo ayudará a trabajar en conjunto de manera más efectiva en el futuro.
Trabaje En Su Autoconciencia
A veces conoce a un nuevo jefe y pareciera que se conocieran desde siempre. Encuentra su ritmo con ellos rápidamente, y disfruta de una dinámica fácil, incluso amigable. Otras veces, la relación requiere más trabajo. A menudo siente que hablan diferentes idiomas y simplemente no sabe cómo conectarse con ellos. Esas situaciones requieren una auto-conciencia seria. Cuanto mejor se conozca, mejor podrá ver cómo su personalidad se complementa o entra en conflicto con la de su jefe.
Reconocer que tiene diferentes modos de relacionarse con las personas le ayudará a acercarse a su jefe con la mente abierta. En lugar de quejarse por la falta de aprobación vocal, puede proponer un sistema de retroalimentación que funcione para ambos. Lo importante es que se estén comunicando y trabajando el uno con el otro en lugar de simplemente quejarse de que nunca se puede darse a entender.
Comparta
Busque maneras de obtener un tiempo constante y productivo con sus colegas y su jefe. Incluso podría sugerir una reunión semanal con su supervisor. Dígale que puede hacer una prueba de algunas semanas y ver cómo responde el equipo. Elabore un calendario propuesto de antemano para que puedan visualizar lo que tiene en mente.
Encuentro que darles a las personas la oportunidad de expresar sus preocupaciones y luchas nos ayuda a todos. Cuando los trabajadores no temen decirles a sus jefes que tienen problemas, los supervisores pueden intervenir para ofrecerles orientación. A los jefes les encanta ayudar. Quieren que sus equipos tengan éxito. Y no quieren perder el tiempo discutiendo con los empleados cuando un problema se ha descontrolado innecesariamente.
Identifique la victoria de su jefe
Es muy importante comprender qué es lo que más le importa a su jefe. ¿Es la cantidad de unidades vendidas? ¿Número de clientes potenciales convertidos? ¿Montos en dólares de nuevos contratos? Descubra la gran ganancia de su jefe y ayúdelo a lograr la victoria. Mientras lo haga, casi nunca se encontrará en conflicto con él, al menos no sobre su desempeño laboral.
Puede estar en desacuerdo con sus estilos de gestión o experimentar choques de personalidad, y esos son problemas mucho más grandes (y posiblemente no se resuelven). Pero si su objetivo es mantener una relación profesional positiva, ayudarlos a obtener esa victoria es una estrategia infalible.
Cuide su lenguaje corporal
Todos nos entusiasmamos de vez en cuando. Cuando un compañero de trabajo insinúa que su jefe está enojado con usted o siente que su gerente lo desairó en una reunión, es fácil llevar esa ola de ira y adrenalina directamente a su oficina.
Pero antes de que se apresure a enfrentarse a su jefe, tome algunas respiraciones profundas. Salga a caminar para desahogarse, y componga sus pensamientos antes de la reunión. Su jefe interpretará el lenguaje agresivo y acusatorio como amenazante e irrespetuoso, y eso solo perjudicará su caso. Incluso si tenía una queja legítima para empezar, debilita su posición gritando y lanzando insultos.
Cuando sea posible, espere al menos un día antes de hablar sobre problemas candentes con su jefe. No querrá dejar que el problema se agrave, pero incluso unas pocas horas pueden ser tiempo suficiente para refrescarse y ver las cosas desde la perspectiva de él. Hable con su cónyuge o un amigo de confianza para obtener su opinión. Tal vez está siendo un poco irrazonable o malinterpretó la situación. El tiempo y la retroalimentación pueden marcar la diferencia respecto a cómo se desarrolla el conflicto.
Si rutinariamente lucha por mantener sus sentimientos bajo control, es posible que necesite mejorar su EQ (cociente de inteligencia emocional). Los empleados con un EQ alto pueden sintonizar fácilmente con las emociones de otras personas, son receptivos a los comentarios constructivos y les resulta más fácil relacionarse con sus gerentes y compañeros. El diario, la meditación y la oración, e incluso la participación en un curso sobre autoconciencia, puede ayudar a mejorar sus relaciones en el trabajo.
Practique la humildad
Visto correctamente, la resolución de conflictos es un estudio sobre la humildad. La Biblia nos recuerda una y otra vez que “Dios se opone a los soberbios pero muestra favor a los humildes” (Santiago 4:6). Jesús fue el máximo ejemplo de la verdadera humildad.
Incluso si tiene razón, debe ponerse en los zapatos de su jefe y empatizar con su posición. También debe reconocer que jugó un papel en el conflicto. En la mayoría de los casos, ambas partes son responsables del problema. Reconocer sus defectos es un ejercicio de humildad si alguna vez hubo uno.
En ocasiones puede encontrarse en situaciones en las que recibe un trato injusto y puede tener jefes que se nieguen a admitir su fechoría. Eso, también, es humillante. Es frustrante que sus agravios no sean reconocidos, especialmente si termina penalizado de alguna manera como resultado del conflicto.
Esos son los momentos en los que debe recordar que su trabajo es adoración. Entréguele su ira y su orgullo al Señor y pídale que traiga gracia a su corazón. Ore por la situación y busque sabiduría en ella. Siempre hay lecciones que aprender si estamos abiertos a recibirlas.
A menos que la ofensa de su jefe fuera tan atroz que iría en contra de su moral continuar trabajando para ellos, haga una oferta de paz una vez que las emociones fuertes se hayan asentado. Eso puede romper el hielo y fomentar conversaciones sobre el crecimiento y el cambio en la relación. Jesús dice en Mateo: “Bienaventurados los pacificadores“, y esta es la razón. Ser una persona madura es un desafío, pero le lleva a un lugar de mayor realización y comprensión.
Piense a largo plazo
No todos los conflictos se resuelven de la forma que usted desea. Puede hacer un caso apasionado por una iniciativa en particular, pero su jefe aún podría ir en una dirección diferente. Si puede vivir con esa decisión, humillase y diga: “Solo necesitaba que escucharas mis pensamientos sobre esto, y aprecio tu atención. Como esto es lo que has decidido, te apoyaré al 100% “.
Eso no quiere decir que no se decepcionará. Pero los conflictos necesitan cierre. El resentimiento persistente sobre propuestas rechazadas o desaires percibidos envenena a toda la organización. En tales momentos, podemos encontrar sabiduría en Efesios 4:31-32: “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.”
Ya sea que esté o no de acuerdo con las decisiones de su jefe, continúe y concéntrese en las cosas que puede controlar. La forma en que su empresa gasta el dinero o los clientes que busca puede estar fuera de sus manos. Pero puede decidir presentarse con una actitud positiva y una buena disposición para trabajar duro. Puede elegir buscar nuevas oportunidades para aprender, cultivar relaciones sólidas con su jefe y su equipo, y trabajar lo mejor que pueda. Esas acciones aumentarán su estima en los ojos de su jefe, y puede lograr diferentes resultados en el futuro.
Recuerde, también, que la resolución de conflictos puede llevar tiempo. El hecho de que su jefe no se presente en la primera reunión no significa que todo esté perdido. Continúe apareciendo con una mente abierta y un corazón sincero, y encontrará que las oportunidades para mejorar la relación se revelarán con el tiempo.